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Por diseñar castillos sin almenas perdí, otra vez, las llaves de mi casa.

martes, 23 de julio de 2013

El niño eterno

El tren dejó de pasar.
La estación siguió algunos años.
Sin haber entrado aún en la estación de la adolescencia
cruzábamos a diario las vías.
Las vías como vía de juegos.
El tren para ir a la playa.
El tren para ir a La Cañada.
El tren para perderse.
El tren que te llevó para siempre,
el tren que te perdió,
billete sólo de ida...
sin necesidad de rebuscar monedas en los bolsillos,
sin necesidad de subirte en él.

El tren dejó de pasar.
El tren dejó paso al tranvía.
Hubo una nueva estación.
Debió llevar tu nombre.
Lleva tu ausencia.

Ese tren que truncó tu niñez
se saltó la estación de la nuestra.
Nadie solicitó la parada...




Por aquel entonces...

Hoy
Fotos;Valencia desaparecida
 
 

1 comentario:

  1. Ah, ¡me ha encantado! Y he empatizado como un mongolo con aquella añoranza hacia los viejos trenes, lentos, grises, renqueantes...
    Suscribo tu sentimiento al 100%, más allá de la historia paralela que cuentas. Es más, me has recordado que hace años escribí algo sobre esto mismo y, aprovechando el sentimiento, procedo a colgarlo en mi blog.
    Ains.

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