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Por diseñar castillos sin almenas perdí, otra vez, las llaves de mi casa.

martes, 8 de mayo de 2018

El golpe de aire que invade mis pulmones
justo antes de la asfixia.
Todos los lugares de los que me fui
habiendo querido quedarme a vivir
(y morir).
Cada uno de los rincones descubiertos,
cada uno de los que quedan por descubrir.
La siesta pendiente.
Toda la abstracción que cabe en un segundo.
Mi memoria.
El golpe justo después de la anestesia.
La adrenalina tras el paro cardíaco.
La libertad más arraigada.
El más sonriente de mis miedos.
Mi grito más desgarrador.
Mis ganas de aprender a bailar.
El equilibrio.
La caída de cada uno de los muros
que construyeron para mí.
Mi constante recuerdo.
Mi intermitente huída.

Sus besos son el punto de apoyo
con el que podría mover el mundo
si es que el mundo me importará algo...
mientras me besa.

Un café de madrugada
fue el culpable de mi sonrisa...