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Por diseñar castillos sin almenas perdí, otra vez, las llaves de mi casa.

viernes, 2 de octubre de 2009

Y Dios no me felicitó

Voy a contar algo.

Una vez...hablé con Dios. El me habló, yo le oí, yo le hablé, el me oyó. Sí, sí...así fue. No estoy loca.¿O sí?.
Aquella única vez que se puso en contacto conmigo fue la mañana de mi décimo tercer cumpleaños. Estaba desperezándome aún en la cama, ansiosa por levantarme en busca de mis regalos. Pero "algo" hizo retardar mi esperado encuentro con mi esperada bici (llevaba años pidiendo una y quería pensar que este era el "año de la bici"). Ese "algo" fue una voz que escuché, me sonó...como el eco de un cañón. Conocía mi nombre. Recorrí con la vista toda la habitación, de un lado a otro, del otro lado al uno. Nada. Miré debajo de la cama. Nada. Abrí el armario. Nada. Me asomé a la ventana. Nada. Ahora...una risa, yo diría que en aquel entonces me pareció...metálica.
-No te esfuerces, pues no podrás verme-dijo aquella voz, que una vez apagada la risa se había suavizado, la noté rozando mi oreja, casi como un susurro...Se me erizó la piel.
-¿Quién eres? -Soy Dios.-Me respondió al instante.
-¡¡Dios mío!!-exclamé.
-Sí, ¿Dios tuyo!
Entonces..recordé lo que nos habían contado en clase de religión, esa historia de el hijo de Dios y su madre virgen (que yo nunca me creí)...por mi cabeza empezó a circular la idea de que gracias a esa incredulidad estaba ahora en aquella situación ¿Quería Dios hacerme la virgen del siglo XX? -¡Dios mío!- repetí inconscientemente al ser consciente de mis pensamientos.
Otra vez la risa metálica.
-No he venido a eso.-Así que...leía mis pensamientos. "Ya está"-pensé-"está dentro de mi cabeza, no es real".
-¿Tienes dudas?-dijo.-Acércate al teléfono, lo haré sonar, descolgarás y verás que sigo contigo.
-Oiré, querrás decir.- Aún esperaba respuesta...cuando oí el timbre del teléfono.
-¡¡Dios mio!!
Descolgué. Volvió a usar mi nombre...Tenía tantas preguntas.
-¿Qué excusa tienes?...¿Te has modernizado como el hombre y has dejado atrás tu machismo?...¿Hay iglesias en el cielo?...Si lo de Adán y Eva es una metáfora, entonces...¿cómo....
-¡¡Para!!- me interrumpió gritando. Otra vez me pareció el rugido de un cañón.
-Tranquilito, ¿eh?... que estoy en mi casa.
-¡¿Te atreves a hablarle así al Ser Supremo?!
"Egoísta, egocéntrico"-pensé... y al instante recordé que podía escucharlo sin yo decir una palabra, así que grité:
-¡Egoísta! ¡Egocéntrico!
-¿No te han enseñado educación? ¿Realmente no te das cuenta de con quién estás hablando?
-Me pasas a mi padre? Ah...no, claro... tú a mi padre lo habrás mandado al infierno, seguramente hiciste como yo, lo juzgaste por sus actos, no por sus sentimientos.
-Tu padre no está aquí.
-¿Tienes el número del infierno?
-Eres una niña insolente, creo que me equivoqué contigo.
-Bien, espero que eso conste en mis antecedentes a la hora del juicio final, y me mandes para abajo. -Colgué. Volvió a sonar. Descolgué y dejé el auricular encima de la mesilla. "Dios...como grita"-oía sus rugidos sin llegar a entenderlos.
Me levanté de la cama con la misma intención que había tenido nada más abrir los ojos esa mañana. Antes de salir, escuché: "Se te olvida que no me hace falta el teléfono".
-Lo que se te ha olvidado a sido felicitarme y traerme un regalo.
Creo que se dió por vencido. No lo oí más.
Salí de mi habitación en busca de mis regalos.
-¿Qué hacías? -Me preguntó mi madre.
-Como dices tú que hagamos, estaba...Sembrando para el futuro. Pero pasemos al presente. ¿Y mis regalos?
-En el salón.

(No fue "el año de la bici").

2 comentarios:

  1. Si 50 millones de personas creen una tontería, sigue siendo una tontería.

    DonJosé

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  2. Yo creía...fervientemente....en mi bici(amarilla)

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