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Por diseñar castillos sin almenas perdí, otra vez, las llaves de mi casa.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Desayunando...´sola o con leche.

Domingo; 12:40
"¡Dios, qué dolor de cabeza!"... palpé el lado de la cama que nunca usaba. Qué alivio, no había nadie. Duró poco (el alivio)...justo hasta el momento en el que oí el ruido de la cisterna, mi cabeza dolorida pensó;"¿cabrá por ese agujero al abismo...un cuerpo de hombre?...¿o se atascará y tendré que convivir con ese cuerpo en mi baño?...igual, si lo troceaba....¡Dios!...necesitaba un café".
-Buenos días.
(¡Joder!..no me extraña que me lo haya traído a mi cama, era igualito a Juan Diego Botto).
-Buenos días. ¿Has hecho café?
Se sonrojó (¡qué mono!):
-No, claro que no...no estoy en mi casa.
-Pero has dormido en mi cama, eso te da derecho a un café...y a poco más, claro.
-¿Cómo?
-¿Hablamos mucho anoche?....
-No eres de muchas palabras, no.
-¡Ah!Bueno, en ese caso..no te diría que no repito las cosas dos veces.
-¿Lo quieres con leche?.
-No tengo leche.
-¿Cúantas de azúcar?
-No tengo azúcar.
-¿Me estás echando?
-¿Tomas el café con leche y con azúcar?
-Como mínimo con azúcar, sí...
-Nada más bajar, justo enfrente...en ese bar siempre tienen azúcar y leche.
Mi Juan Diego Botto particular cogió la indirecta, algo molesto,eso sí..pero sin rechistar, eso también (qué mono).
Lo observé mientras se vestía... y noté que me mojaba. Me acerqué a él y le volví a quitar la ropa que le había dado tiempo a ponerse.
Una mañana de pasión después de una noche de pasión (la cúal recordaba vagamente).
Al terminar...me fui directamente a poner el café...no había dejado de pensar en él (café) durante todo el acto (II parte). Oía al mismo tiempo cómo hervía el agua en la cafetera y cómo caía en la ducha, vi su cara de sorpresa al entrar en la cocina y ver que sólo había sacado una taza, igual pensó que el segundo acto le había dado el derecho a la leche y el azúcar.
-Saluda a Pablo de mi parte.
-¿A quién?
-Al camarero que sive cafés....con leche y azúcar.
Como buena anfitriona (de ceremonias y actos) le acompañé hasta la puerta. Cerré sin esperar a que cogiera el ascensor. Volví a la cocina, calenté un poco de leche en el microondas...la eché a mi taza de café...junto a dos terrones de azúcar...

2 comentarios:

  1. Un relato con gracia, enhorabuena.
    Fdo. Alberto

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  2. ¿Gracia?
    La vida es como la escalera de un gallinero: corta y llena de mierda.

    DonJosé

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