Día libre.
Sofá y café con leche para desayunar.
Enciendo el televisor.
El sofá me incomoda.
El café con leche empieza a revolvérseme en el estómago,
antes de haberlo acabado.
Aparece un "señor" que;
Se atreve a utilizar
el imperativo inapelable.
Se atreve a decidir por ti.
Se atreve a decidir el sufrimiento por adelantado,
de condenar a muerte al vivo
siempre que ya esté vivo.
Y si no estás de acuerdo
eres un asesino.
Señor Ministro de la Injusticia
deje de ejercer la dictadura
del que se cree por encima de la vida.
Joder, ¡qué bueno!
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