-(...) Pero ahora busco la perfección. Por eso es tan
difícil.
-¿Un amor perfecto?
-¡No, hombre! No pido tanto.Lo que
quiero es simple egoísmo. Un egoísmo perfecto. Por ejemplo: te digo que quiero
un pastel de fresa, y entonces tú lo dejas todo y vas a comprármelo. Vuelves
jadeando y me lo ofreces. "Toma, Midori. Tu pastel de fresa", me dices. Y te
suelto: "¡Ya se me han quitado las ganas de comérmelo!".Y lo arrojo por la
ventana. Eso es lo que yo quiero.
-No creo que eso sea el amor -le dije
con semblante atónito.
-Sí tiene que ver. Pero tú no lo sabes -replicó
Midori-. Para las chicas, a veces esto tiene una gran
importancia.
-¿Arrojar pasteles de fresa por la ventana?
-Sí. Y yo
quiero que mi novio me diga lo siguiente: "Ha sido culpa mía. Tendría que haber
supuesto que se te quitarían las ganas de comer pastel de fresa. Soy un
estúpido, un insensible. Iré a comprarte otra cosa para que me perdones. ¿Qué te
apetece? ¿Mousse de chocolate? ¿Tarta de queso?".
-¿Y qué sucedería a continuación?
-Pues que yo a una persona que hiciera
esto por mí la querría mucho.
-A mí me parece un desatino.
-Yo
creo que el amor es eso. Pero nadie me comprende. (...)
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