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Por diseñar castillos sin almenas perdí, otra vez, las llaves de mi casa.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Historias ajenas a la hora del café (1)

1.
Antonio y Valentín hablan de política. Sus rostros curtidos y rugosos son fruto, sin duda, de infinitas penas y alegrías. Y sin duda, también, vivieron tiempos peores en los que, sin conocer la palabra crisis, ésta les oprimió con mucha más fuerza.
Antonio tuvo que buscar refugio fuera de un país al que defendía, nunca quiso renunciar a sus ideales y por ellos tuvo que huir. Cuenta como las dificultados se iban sumando, y así aprendió a contar. Cuenta como el silencio, la impotencia y la añoranza eran, unidos al den pan, el hambre de cada día. 
De Antonio he aprendido que huir no es siempre de cobardes.
Valentín luchaba en el bando ganador. Hoy lo escucho y pienso que, aún no estando de acuerdo con sus ideas, aún sabiendo que debió hacer cosas que a mí me repugnarían, le pesa la conciencia por saber que personas como Antonio (tan diferente a él en pensamiento) renunciaron a una vida que debió ser otra.
De Valentín he aprendido que no todos aquellos del bando ganador, merecen un juicio de valores.

Hoy ambos están de acuerdo en algo, saben que el sistema se tambalea, poseen enormes cargas de experiencia y hace tiempo que empezaron a notar como los pilares que les (nos) sostienen comenzaron a oscilar. Y ahora que los pilares ya no sólo oscilan, sino que están  tambaleándose, me doy cuenta, siguiendo su conversación, que se sienten viejos y olvidados, que esas mismas manos que hace tiempo lucharon, trabajaron, golpearon y acariciaron, hoy son manos ajadas que tiemblan y me dan ganas de acercarme a ellos y decirles que de sus manos tendríamos mucho que aprender... que de cada arruga saldría una lección.
Antonio y Valentín siguen hablando, hablan del monstruo capitalista que asusta, y no entienden como tiene tantos seguidores, tantos defensores..
Antonio y Valentín fantasean con la idea de que los jóvenes de hoy en día luchen sin armas contra el monstruo,  -ninguno de ellos defiende hoy la guerra, ni la que pasaron, ni las que puedan pasar- depositan en ellos su herencia esperanzadora y desean para los nietos de sus nietos (antes lo creen imposible) un mundo mejor y más justo.


(Antonio y Valentín existen. Antonio fue (es) republicano, Valentín fue (a veces dudo que lo siga siendo) franquista. Antonio no se llama Antonio en realidad. Valentín no se llama Valentín en realidad)

2 comentarios:

  1. Me gusta lo que escribe y como lo escribe.

    En efecto,
    hay Antonios perdedores
    y Valentines triunfantes.
    Igualmente los hay desengañados
    y los hay arrepentidos.
    El mañana no pinta bien.
    Dicen que la esperanza
    es lo último que se pierde.
    Habrá que dejar de tenerla
    para saber de lo que somos capaces.

    DonJosé

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    1. Gracias..
      A mí me gusta que los Antonios perdedores y los Valentines triunfantes tengan hoy sus esperanzas encaminadas a un mismo fin (aunque sean esperanzas a largo plazo)..

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