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Por diseñar castillos sin almenas perdí, otra vez, las llaves de mi casa.

lunes, 1 de septiembre de 2014



                                                                                 -Donde el silencio se puede tocar y morder. (N.V.)

Tengo miles de hojas
empapadas con la otra mitad de la tinta
que le falta a tu modo de quererme
-siempre a medias-.

Los dedos que intentan escribir rígidos por el frío
de la soledad,
morados los labios,
tiritando las uñas
y agrietados los ojos
y es que del otoño que empieza sólo me quedo
con las hojas que caerán
sobre las que escribirte
en mi perenne invierno.

Las estaciones asoman, saludan y se van
sin la música a otra parte
y dejan canciones que sin haber escuchado
contigo hablan de ti.

Y las páginas deberían aprender a temblar
para seguir el ritmo de mi caligrafía
cuando te escribo.

No tener libertad es también mirar una jaula
cerrada
a la que quieres entrar
pero que una vez abriste y el pájaro al que querías
acompañar
echó a volar
soñando con flores inmortales.

Y sólo esta vez diré
que voy a seguir aquí contigo
aún cuando te hayas ido...
Con esto quiero decir
que aunque esté en cualquier parte
huyendo de ti
jamás dejaré de intentar que vuelvas.



Y ahora...
puedes llamarme egoísta.



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